Si hay alguien que ha hecho lo que ha querido en torno al vestuario y la moda, es Agatha Ruiz de la Prada. La diseñadora que vive entre corazones, flores, color y fantasía, unió todo el material de su trayectoria como diseñadora y creó su propia fundación. Ordenando cada uno de sus vestuarios logro armar un pequeño museo con su arte. La Revista Mujer estuvo ahí para contarnos que ideas pasan por la colorida y alocada mente de esta reconocida artista española, aquí les dejo el articulo, imágenes de la fundación y algunas fotos de sus desfiles.
Por primera vez la diseñadora española abrió para la prensa las puertas de su Fundación. Mujer fue uno de los pocos medios invitados a recorrer este espacio enorme donde se preservan no solo miles de vestidos creados por ella, sino también todo lo que se ha publicado sobre su trabajo. Su mundo ‘agathizado’ tiene ahora una casa.
Comunicativa y extravertida como es, Ágatha Ruiz de la Prada no le tiene miedo al contacto con la prensa y probablemente ha dado más entrevistas que la mayoría de los diseñadores de moda. Ha dicho todo lo que quiere y es muy difícil pensar en una pregunta que no haya respondido. Sin embargo, y pese a que el tema le entusiasma como pocos, hasta ahora no había querido hablar de su Fundación. Es un proyecto que rondó en su cabeza por mucho tiempo y que se concretó hace cinco años, pero no quiso difundirlo hasta hoy.
Frente a un grupo muy reducido de periodistas, la diseñadora española amante de los colores más vivos posibles, de las flores, la nubes y los corazones, se convirtió por unas horas en la guía de un espacio sorprendente ubicado en las afueras de Madrid, donde guarda más de tres mil vestidos de pasarela, más de 500 carteles y dibujos catalogados, prensa nacional e internacional desde 1981. “Existen muy pocas fundaciones de moda en el mundo. Cuando le dices a la gente ‘tengo una Fundación’, no entienden para qué sirve ni cuál es el propósito”. Y tiene razón. Pero ella lo tiene muy claro y recuerda con exactitud qué la llevó a tomar la decisión de crear este espacio. “En 2011, cuando se iban a cumplir 30 años de mi primer desfile, yo me dije ‘esto lo tengo que celebrar’, porque no había celebrado los 5 ni los 10 ni los 20. Pero era un momento muy duro de la crisis y además yo estaba haciendo un montón de desfiles al año, 20 o 22. La fecha del aniversario era el 25 de marzo y faltaban solo tres semanas para ese día… Me di cuenta de que hacer un desfile dos semanas después de Pasarela Cibeles no tenía sentido.
Hacer una fiesta por todo lo alto tampoco me hacía ilusión porque era maleducado con tanta crisis. Y entonces dijimos, vamos a hacer una cosa genial, vamos a crear la Fundación Ágatha Ruiz de la Prada”. No solo tenía la idea, sino también el material. Durante décadas había juntado en cajas, en carpetas, en clósets y donde pudiera dentro de su departamento de Madrid todo lo que pensaba que le serviría. “¿Te imaginas todo esto en mi piso? ¡Pues ahí estaba! Es que mi marido es un santo, porque al final íbamos de lado por los pasillos”, relata. Y agrega: “A mí lo que me sirvió mucho fue el ejemplo de Balenciaga, que lo que hacía hasta hoy provoca una emoción increíble. Pero se muere y 30 años después se hace un museo con mucho jaleo, muchos líos. Se perdieron muchas cosas, tardaron años, se gastaron un dineral. Y siempre pensé: estoy segura de que esto no es lo que hubiera querido Cristóbal Balenciaga. Entonces a mí me hizo ilusión empezar a hacerme yo mi propia fundación”.
¿En qué momento tuviste la conciencia de que debías empezar a guardar lo que hacías? Lo hiciste durante años antes de poder sistematizar un archivo de documentos y de trajes. Muy pronto, porque cuando empecé en España era la época de la ‘movida madrileña’ y guardaba lo que salía en la prensa. Cuando salí en el New York Times, por poco me da un ataque y cogí la costumbre de conservar. Mi padre era arquitecto, tenía la mejor colección de arte contemporáneo de España, era muy ordenado y obsesivo con coleccionar. Yo creo que de ahí me viene. Pienso que el guardar y clasificar te ordena mucho la cabeza. Además creo que en mi trabajo es muy importante no perder tus orígenes. Y para el trabajo en el estudio es importante mirar atrás.
¿Cuál es tu sueño para el futuro de esta Fundación? Me encantaría hacer muchos libros, y a lo mejor abrirla y que se pudiera visitar. No sé si en este mismo lugar pero tal vez trasladarla, pero este no es el mejor momento.
¿Por la situación económica? Es un momento de supervivencia. Lo que pasa es que como a mí me encanta trabajar, pues ese momento me va bien. Y he tenido la suerte de que mi prima Marta Ruiz de la Prada haya querido dirigir la Fundación. Tiene mucha sensibilidad y mucha cabeza, mucha más cabeza que yo. Lo que ella hace aquí es un trabajo duro y sacrificado.
A lo largo de 35 años has sobrevivido en distintas situaciones económicas, tendencias de moda y has sido fiel al mismo estilo. Es que yo vengo de una familia muy rara en la que hemos tenido más, luego menos, luego más de nuevo y menos otra vez. Por eso me parece normal que puedas estar en ambas situaciones. No pasa nada. Yo soy una tía superaustera. No tengo joyas, no soy nada estirada, nunca lo he sido, y eso me ha servido. Me acomodo. Es más, estoy casi más incómoda en el lujo que en el no lujo.
¿Qué es para ti el lujo? El silencio. El espacio. La cultura. Conocer a gente inteligente. Hacer lo que te dé la gana. Lujo no es tener un collar de perlas, para qué si te lo pueden robar. A mí me gusta estar tranquilita leyendo.
¿Cómo ves la explosión de redes sociales que existe hoy? Me gusta. Soy muy mala técnicamente pero en lo intelectual lo entiendo muy bien. Tengo la suerte de que me adelanto un poco y esto lo encuentro muy interesante. Creo que es mucho más divertido y fácil empezar hoy que cuando yo lo hice. En ese entonces si yo era famosa lo era en Madrid. Hoy puedes ser conocido en el mundo entero en 24 horas. Creo que si hubiese empezado ahora iría muchísimo más de prisa.
¿Cuánta de tu inspiración viene de las redes? Viene en realidad de mi propio trabajo, de mi pensamiento, de mi equipo y de la casualidad. Por ejemplo, cuando hice el desfile de mis trajes favoritos era porque la situación estaba tan mala que dije bueno, voy a hacer lo que me dé la gana, qué más da si nadie me va a comprar nada igual. Le saqué provecho a que todo estaba mal e hice el mejor desfile de mi vida.
¿Te preguntas a menudo si vas a vender, si alguien se va a poner tus diseños? Bueno, es un lujo que a veces te lo puedes permitir y a veces no. Muchos no pueden, porque o venden o tienen que cerrar. Y a lo mejor, pues gracias a los perfumes, a los cuadernitos o a las sábanas o tal, me puedo permitir el lujo de no vender ropa. Yo cada día soy más optimista.
Algunos de sus desfiles
Por: Paula Olmedo, desde Madrid Fotos: gentileza Ágatha Ruiz de la Prada
Fuentes: Revista Mujer MarianLeon