«Excesos» para ser cuerdos hay que permitirnos un poco de locura

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Que verdadera y directa es esta columna de Paula Serrano, en que nos habla de que todos podemos tener nuestros ratos felices, tristes, de rabia, de locura, etc… y no por eso tenemos depresión, ni estamos completamente locos, ni somos unas malas personas. Nadie quiere jugar, todos quieren portarse bien. Para ser cuerdos hay que permitirnos un poco de locura, dejemos de tenerle miedo a la locura, porque la gente más loca es original, ya que se atreve a pensar distinto que los demás
Hay que conectarse con uno y no dejar de sentir y hacer las cosas por lo que dirá el de al lado,   muchas veces hay que dejar de preocuparse de esas cosas, porque todos tenemos derecho a sentir. Si no, nos enfermaremos de cuerdos.

Todo con moderación. Esa es la consigna. Las enfermedades mentales o las patologías psíquicas no son más que el aumento en frecuencia e intensidad de rasgos y conductas normales.
Todos estamos, a veces, más «bajoneados», más tristes, con menos vitalidad y menos fuerza, con malos presentimientos sobre la vida y el futuro. Dormimos mal, amanecemos cansados. Pero eso no nos hace depresivos.
Todos podemos a veces andar susceptibles, sentir que nadie nos quiere, nadie nos convida, o todos nos atacan de manera que nos parece injusta. Eso no nos hace paranoicos.
Todos somos un poco egocéntricos y hay tiempos donde las necesidades ajenas nos aburren, donde solo nos interesa el yo, yo y yo. No somos capaces de escuchar, de interesarnos, de ponernos en el lugar de otro. Eso no nos hace narcisos.
O sea, los síntomas no hacen la enfermedad. No si se dan a veces y de manera ligera.
El miedo a la locura, que es necesario y normal porque nos conecta con la realidad y nos hace buscar lugares seguros, puede también ser patológico.
Yo creo que Chile tiene esa enfermedad. Está enfermo de cordura. Tal vez por eso tanta violencia, tanta incertidumbre. Nadie quiere jugar, todos quieren portarse bien. Para que los demás nos quieran, para no sentirnos distintos.
Vicente Huidobro, el gran poeta chileno, decía: «Si no hiciera al menos una locura por día, me volvería loco». Tenía toda la razón. Para ser cuerdo hay que permitirse un poco de locura. Porque de lo contrario la cordura nos enferma. Dicen que los chilenos son grandes pecadores, pero siempre a escondidas. Por lo tanto, actúan como quien peca, no como quien ama la vida.
La gente más «loca» es maravillosa. Es original, en el sentido de que se atreve a tener perspectivas y juicios distintos de la mayoría. Es genuina y sobre todo es empática. Porque no puedo sentir como el otro y entenderlo si estoy asustada del otro, si todos mis mecanismos de defensa están en guardia, si solo quiero oír lo que corrobora lo que yo pienso y siento. La locura no va a ser total si soy un poco loco.
Una mujer que había sido abandonada por su marido, por otra mujer, me dijo: «Quiero que se quede inválida para que sea un cacho. Para que él se pudra de lata. Que choque y quede fea. Todo eso quiero». ¿Significa que la va a chocar? No, es la fantasía de venganza. Solo que ella la reconoce y verbaliza. Hay quienes no son malos ni siquiera en la fantasía.

Cuidado. También nos enfermamos de cuerdos.

 

Fuente: Emol
Por Paula Serrano, columna La Mujer y su Mundo
Imagen: Maurice Heesen