El destino de Pablo Vial (42) fue marcado por una serie de encuentros cercanos con abejas durante su niñez y su juventud.
Recuerda que una vez hizo una excursión en la zona central, e instaló su carpa sobre la hojarasca. “En la madrugada empezó un intenso zumbido bajo el piso. Antes de que saliera el sol, levanté la carpa y ahí estaba asomada una Colletes Seminitidus, una abeja pequeña y gris, que es solitaria, como la mayoría de las abejas silvestres”, recuerda.
“Resulta que me había instalado sobre su nido y no podía salir. La tomé con el dedo, donde se acicaló y luego voló. Quedé maravillado. De ahí en adelante dediqué gran parte de mi tiempo a fotografiarlas, observarlas e investigarlas”, señala Vial a La Hora.
En Chile hay cerca de 430 tipos de abejas descritas, pero se proyecta que hay otras 400 de las que no se tiene información. Muchas de ellas incluso son confundidas con moscas.
Por esta razón, Vial está viajando por Chile para crear una completa guía donde todas sean documentadas de manera didáctica y puedan conocerse.
“Es impresionante e inconcebible que tengamos una enorme diversidad de especies de abejas, gran parte de ellas endémicas, y pasen desapercibidas. O que se crea que la abeja de miel o de apicultor (Apis Mellifera) es nativa. Con el entomólogo José Montalva nos propusimos hacer este material. Partimos por un área específica, en Altos de Cantillana, al sur de la Región Metropolitana, pero queremos abarcar más territorio, aunque sea más lento”, cuenta este especialista en fauna de consultoras ambientales.
Vial explica que una parte importante de la flora requiere de abejas específicas para una polinización efectiva. “Por ejemplo la Apis Mellifera no es capaz de realizar el buzz, que consiste en generar una vibración específica (con sus músculos) para obtener el polen de ciertas especies, como la de la familia Solanaceae (entre esas el tomate). Eso sí lo pueden hacer representantes del género Caupolicana”, indica.
“Es impresionante e inconcebible que tengamos una enorme diversidadde especies de abejas y pasen desapercibidas”.
Junto a esto, asegura que la clásica abeja de miel no está en peligro, aunque al igual que las abejas silvestres, presenta una merma en sus colonias, principalmente por el manejo intensivo por parte de los apicultores.
“Entre las mayores amenazas de las abejas nativas aparece la fragmentación del hábitat y de los espacios de nidificación (como suelo y troncos), la disminución de la cantidad y diversidad de flores y el uso de pesticidas (fungicidas, insecticidas y herbicidas) tanto de uso doméstico y como en la agricultura”, explica.
“Por otra parte están las especies invasoras y las enfermedades. Aquí, hay un caso emblemático, que es la introducción de Bombus Terrestris, un abejorro foráneo que está desplazando a nuestro abejorro, el Bombus Dahlbomii. También está el caso de una nueva abeja invasora, la Anthidium Manicatum, que es muy territorial y que puede traer serios problemas si se extiende fuera del radio urbano”, precisa.
¿Los insectos nativos compiten con los introducidos?
Las flores del Peumo (Cryptocarya alba), por ejemplo, son muy cotizadas y una fuente muy importante en fechas de inicio de los vuelos. Ellas son prácticamente tomadas por las Apis Mellifera, marginando a otras especies.
¿Qué se debería hacer para proteger las abejas silvestres?
Sin duda plantar flora nativa y local, tanto herbáceas como leñosas, y dejar espacios sin intervenir para que las abejas puedan repoblar. Paralelamente, se debería dejar de utilizar pesticidas y buscar prácticas sustentables, como la agricultura ecológica.
fuente: La Hora