Para conmemorar sus 80 años, la compañía celebra con una función única en nuestra sala con la obra La hora azul (L’huere Bleue), una creación del coreógrafo francés y director artístico del Ballet Nacional Chileno (Banch), Mathieu Guilhaumon. La pieza invita a habitar ese misterioso momento del día en que la luz se disuelve lentamente y ya no es de día, pero tampoco ha comenzado la noche. Un tiempo de transición, frágil e ilimitado, donde todo puede suceder.
El trabajo coreográfico se desarrolló en un espacio de libertad creativa, marcado por la comunicación, la identidad y el juego. Es un espectáculo donde los bailarines no solo ejecutan: también crean, proponen, transforman.
Aunque la obra no sigue una narrativa lineal, durante el proceso creativo emergieron pequeñas historias íntimas, trazadas por el cuerpo y la música. Cada bailarín tiene su momento de libertad enmarcado dentro de una estructura colectiva que, según Guilhaumon, representa simbólicamente a la sociedad.
La música juega un rol esencial. Después de una larga búsqueda de cuatro meses, la banda sonora de La hora azul tomó forma a partir de un Nocturno de Chopin, diversas piezas para cello; y dos obras de un compositor inglés del siglo XVII.
También la iluminación cobra protagonismo. La hora azul remite a un tono específico de luz, una atmósfera que se despliega mediante un diseño visual trabajado junto a Andrés Poirot, con paneles que proyectan sombras y reflejos, envolviendo al espectador en una sensación onírica. El vestuario, diseñado por Carolina Vergara, acompaña con sobriedad en tonos sepia, aportando calidez, atemporalidad y elegancia.
L’heure Bleue se puede considerar como un instante suspendido entre dos mundos. Una celebración del movimiento, la luz y la transformación. Por eso esta función única es un imperdible.