Una reflexión provocativa en torno a la memoria y el sentido del drama ofrece la exposición: Luis Poirot. ¿Dónde está la fotografía? 1964 – 2017.
La muestra organizada por la Pontificia Universidad Católica de Chile, con la activa participación de la Corporación Cultural de la Cámara Chilena de la Construcción, fue liderada por la investigadora de la Escuela de Teatro de dicha casa de estudios, María de la Luz Hurtado. La académica trabajó a lo largo de tres años con Luis Poirot en la revisión de las imágenes de su Archivo y para desentrañar junto a él la memoria que éstas gatillan en él. De esta forma, surgieron también, junto al realizador audiovisual Marcelo Porta, cuatro documentales que se presentarán en el Museo y que se emitirán a través de la señal de Canal 13 Cable.
El diseño museográfico, a cargo de Philippe Blanc, María José Concha y Miguel Luis Lagos, pone en diálogo obras inéditas nunca antes exhibidas y otras ya conocidas, con los relatos y conceptos evidenciados en los más de 40 mil negativos en blanco y negro, en su mayoría inéditos. “La memoria de mi Archivo está solo en mi cabeza. En estos momentos estoy siendo ese hechicero de la tribu que está transmitiendo oralmente: el cuento tiene que transmitirse mientras todavía lo puedo transmitir para que sea de otros y pase a memoria colectiva”, dice Poirot para explicar su necesidad de salvar y conservarlo, tal como como lo hizo en 1973 cuando partió por 12 años al exilio, repartiendo sus negativos entre amigos y conocidos ante la amenaza de destrucción recibida en los primeros días de la Dictadura Militar.
Luz, búsqueda, memoria, subversión, incertidumbre, desamparo y esperanza son palabras que se reiteraron en esos verdaderos rituales narrativos que se llevaron a cabo para dar con la memoria que envuelve a cada registro. Así, la exhibición se estructura en cuatro ejes: Violencia de la historia y la naturaleza, Conjuros al tiempo, Muerte y vida: entre el horror y la luz y El gran teatro del mundo.
El autor “nos plantea la interrogante sobre el sentido poético de este medio, situándose entre el dispositivo tecnológico y la memoria. Ahondar en estas materias también es para él referirse al sentido de conservar un archivo. Es decir, desde su perspectiva, la fotografía no se reduce a la captura de una imagen percibida (luz), sino a su materialidad y a la imperiosa necesidad de su conservación”, explica el director del Museo Nacional de Bellas Artes, Roberto Farriol.
Para María de la Luz Hurtado “la fotografía para este maestro es el despliegue de su subjetividad herida, acicateada por impulsos utópicos, derrotas y convicciones que acompañan y han acompañado su tiempo vital. La poética que funda la obra de Luis Poirot es su sentido de lo dramático afincado en su experiencia de la fragilidad de lo humano en el tiempo”.
Retratos de personas destacadas en el ámbito social, político y cultural, así como escenas teatrales captadas en parques, cárceles, iglesias, fábricas y casas confluyen en la exhibición que también incluye la mirada del artista originada a partir de su experiencia como director y fotógrafo teatral, entre las décadas del 60 y 90.
“Vengo pues del teatro y no de las Bellas Artes y sus recientes teorías estéticas. Mis fotos no requieren explicación previa o manual de instrucciones para ser vistas. Como la poesía y la música quieren simplemente abrir una ventana que te permita imaginar o recordar libremente, dirigida a los sentidos y no a la lógica paralizante”, cuenta Poirot.
Gran parte de estas fotografías son fundamentales en la historia del teatro chileno. Algunas fueron realizadas con actores caracterizados y posando fuera del escenario, en otros contextos, como si el fotógrafo buscara una síntesis conceptual del retrato del actor y del personaje. Asimismo, algunos edificios destruidos o deteriorados por el paso del tiempo Poirot los evidencia como si se tratara de escenarios, enfatizando en el drama de esas construcciones.
“Mis fotos y los retratos en especial están impregnados de teatro, la dirección de actores es el método por el cual conduzco al interlocutor a descubrir el misterio que oculta, la luz o quizás el claroscuro en el que no todo se muestra, y otras ocasiones en que la persona está en un decorado que le pertenece”, detalla el autor.