100 Vestidos Iconos del siglo XX

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De Poiret a Pucci, de Doucet a Dior, de Vionnet a Valentino? Valerie Steele, directora del Museo del Fashion Institute of Technology, Nueva York, seleccionó los cien vestidos más icónicos del siglo XX. Una fabulosa colección en un lujoso volumen cuya compilación dio muchos dolores de cabeza a su autora y también la hizo levitar de placer. 

Cómo elegir cien vestidos que simbolicen un siglo, entre miles? ¿Cómo decidir cuáles son los creadores más representativos entre cientos y cientos? Cuando Martine Assouline, directora de la casa editorial estadounidense que lleva su nombre, propuso a Valerie Steele, historiadora de moda y curadora, la idea de crear una colección ideal, esta la recibió «con placer y temor». ¿Por dónde empezar?

La tarea era titánica, pero la experiencia ayudó. Con un currículo que incluye, en diez años, la organización de veinte exposiciones tan originales y heterogéneas como Moda de Londres, El Corsé, el Gothic, Isabel Toledo, La Moda Guerrera o, recientemente, el Guardarropa de Daphne Guinness y una quincena de libros sobre temas vastísimos como la Enciclopedia de la Ropa y la Moda, La Moda de París, Moda y Erotismo o tan específicos como sus ensayos sobre el abanico, el corsé o la simbología del vestido rojo, Valerie Steele era la persona ideal para llevar el proyecto a buen fin. Pero ¿por qué llamarla ‘colección imposible’? Porque solo un libro como este podía reunir estas maravillosas piezas esparcidas entre las colecciones privadas y los museos de la moda más importantes del mundo. 

«Nuestro primer paso fue identificar a los diseñadores más significativos e influyentes», comenta Steele, una tarea más complicada de lo que parece: «¿Cómo hacer para elegir uno o dos ejemplos entre la obra colosal de algunos monstruos de la moda cuando estos, a lo largo de su carrera, reinventaron constantemente su estilo?». Steele pone el ejemplo de Picasso y sus períodos azul, rosa, cubista, sus retratos de mujeres -¿hay uno mejor que otro?-  y lo compara con Yves Saint Laurent y la dificultad de elegir entre sus colecciones Ballets Rusos de los años 70, su colección Mondrian, su look safari, el smoking para mujer… ¿cuál lo representa mejor?

La segunda gran dificultad a la que debió enfrentarse fue de qué manera presentar los modelos. «No solamente teníamos que seleccionar los cien vestidos más icónicos sino conseguir las mejores fotografías. Algunos museos cuentan con documentos excelentes, otros son de menor calidad y no queríamos recurrir a fotos de moda, a menudo archiconocidas», señala. Muchas de las fotos finalmente fueron realizadas una por una, in situ.

Luego, por cierto, el criterio de selección. «Nos hicimos muchas preguntas. ¿Por qué este modelo sobresale del resto? ¿Por qué es importante para la historia de la moda? ¿Es realmente un ejemplar magnífico?».

Y, por último, se tomó otra decisión: la Colección Imposible pondría su foco en los vestidos de noche. «Aunque hicimos algunas excepciones como algunos abrigos, el sostén cónico de Jean-Paul Gaultier o el smoking de YSL», aclara. Como consecuencia, no entraron en la selección la minifalda de Mary Quant, los tejidos de Sonia Rykiel y Missoni, la ropa sport de Ralph Lauren y Calvin Klein o la vestimenta punk de Vivienne Westwood. Finalmente, afirma, ninguna colección es objetiva, en realidad «siempre termina siendo un retrato de sí mismo».

Cien años, no es nada y es mucho
«Cien años es un pestañear de ojos en un sentido, pero también es un tiempo muy extenso si se toma en cuenta la larga secuencia de modas que surgieron durante ese período», señala Steele. En efecto, si en 1900 las mujeres estaban cubiertas de pies a cabeza, ya antes de la 1ª Guerra comenzaron a aparecer cambios importantes. Paul Poiret fue quien inició la primera revolución de la moda del siglo XX cuando, alrededor de 1907, abolió el corsé. En consecuencia, surgió una nueva silueta, más recta, que hizo quedar obsoleta la forma pulposa de ‘reloj de arena’. Fue esta nueva silueta sobre la que trabajó Cocó Chanel, cuyas creaciones epitomizan el look de la mujer moderna de los años 20. Pero por cierto, Chanel no era la única. El período entre ambas guerras fue, según Steele, «la era de oro de las costureras». Fue en esta época que surgieron nombres como Madeleine Vionnet, que inventó el corte en bies; Elsa Schiaparelli, que introdujo el arte colaborando con Salvador Dalí, y Jean Cocteau o Germaine Krebs, quien se haría célebre bajo el nombre de Madame Grès, aún famosas y homenajeadas hoy en día. Muchas otras, célebres en su tiempo, desaparecieron de la memoria y sus nombres solo son conocidos para los historiadores de moda y los estudiantes de diseño textil. Entre todas ellas hubo disputas y rivalidades: para Vionnet, Chanel era «una mujer de estilo, no una modista», mientras que Chanel se refería a su eterna rival Schiaparelli como «esa artista italiana que hace ropa».

La moda era entonces un asunto franco-francés. «París siempre fue la capital internacional de la moda. Durante muchos años los aspirantes a diseñadores de otros países o bien se instalaban allí, como la italiana Schiaparelli, el inglés Molyneux o el americano Mainbocher, o simplemente imitaban a los parisinos desde donde estuvieran». La guerra puso fin temporalmente a esta situación, pero París volvió a recuperar su puesto de envergadura cuando en 1947 Christian Dior creó el ‘New Look’. «Cada temporada, a lo largo de la siguiente década hasta su muerte en 1957, Dior lanzó una espectacular silueta nueva, la línea A, la línea H, la línea Y, febrilmente imitadas en el mundo entero». ¿Dior era el rey de la moda?  «Solo tenía un rival, Cristóbal Balenciaga, cuya casa funcionó de 1938 a 1968. Durante ese período creó  ropa de una aparente sencillez, más allá del tiempo, de un estilo radicalmente moderno, casi abstracto».

Fue el joven Yves Saint-Laurent, de apenas 21 años, quien heredó la corona de Dior para luego fundar su propia casa. Marc Bohan se haría cargo de Dior. En los años 60 y 70, mientras YSL lanzaba sus colecciones africanas, Mondrian revivía los años 40, «surgía una nueva generación de creadores futuristas como Courrèges, Pierre Cardin o Paco Rabanne, que evocaban el espíritu de una nueva generación». Sin embargo, creadores más tradicionales como Givenchy también dejarían su impronta en los vestidos, como el que creó especialmente para Audrey Hepburn, su musa, particularmente el vestido negro de la película Desayuno en Tiffany’s.

Moda: ¿arte u oficio?
Los años 80, un periodo «a menudo desprestigiado como la década de ambición y excesos», vieron florecer numerosos creadores, «lo que hizo aun más difícil elegir solo algunos y sus vestidos icónicos». Obviamente, ni Jean-Paul Gaultier ni Karl Lagerfeld, responsable de haber resucitado a la moribunda maison Chanel, podían quedar fuera de esta selección, así como tampoco Yohji Yamamoto, Rei Kawakubo -de Comme des Garçons- o Issey Miyake, figuras de la revolución japonesa.

Azzedine Alaïa, cuyo trabajo Steele considera «extremadamente relevante»,  también encuentra su lugar en la Colección Imposible, y también Thierry Mugler, Claude Montana y Hussein Chalayan, a quienes considera «figuras fundamentales de la moda de fines del siglo XX». Y por supuesto, los ingleses Alexander McQueen y John Galliano, quien «exagerando de manera brillante el ADN de la Maison Dior, creó un neo-New Look y espectaculares vestidos de noche».

¿Cuál es el punto en común entre todos los modelos de esta Colección Imposible? «El lazo entre todas estas maravillas es el arte de la costura en sí mismo, que sobrevive aún en esta época de ‘fast fashion’. Entonces, la moda ¿es un arte? Según Valerie Steele, la línea que separa arte de oficio está mucho menos definida hoy en día, «aunque todavía no se ha logrado un consenso, quizás debido a que algunas de las personas más talentosas en el campo como Karl Lagerfeld, Miuccia Prada o Rei Kawakubo niegan rotundamente que lo suyo sea otra cosa que un oficio». Pero el hecho de que la moda se exhibe cada vez más en los museos «contribuye a avanzar el diálogo para redefinir la moda como un arte».  Ella, por cierto, no tiene ninguna duda.


Articulo de la Revista Mujer de la Tercera http://mujer.latercera.com/

por: Florencia Sañudo