Que la nariz y el cerebro estén hiperconectados no es algo en lo que pensemos todos los días. En realidad, jamás nos detenemos en ello. Pero lo están. Y su trabajo conjunto permite que ciertos olores nos hagan estar más alegres o más relajados, incluso más sanos. Parece magia, pero la evidencia científica indica que no lo es.
Apenas vemos un jardín o una plantación de lavanda sentimos un impulso, nos aproximamos a una mata, arrancamos una flor, la llevamos hacia la nariz, cerramos los ojos, la olemos y súbitamente sentimos un estado de placer que nos calma o que nos remite a una experiencia agradable vivida en otro momento, en otro paisaje.
Podríamos repetir el gesto con un rosal, un campo de mandarinos o una huerta de hierbas, y casi siempre alcanzaríamos ese estado de bienestar. ¿Qué hace que ciertos aromas que están en la naturaleza logren modificar positivamente nuestro estado de ánimo? ¿Qué procesos fisiológicos ocurren cuando se extrae, por ejemplo, el aceite esencial de una planta aromática y lo olemos o lo aplicamos en nuestra piel?
«Las plantas aromáticas secretan hormonas y al hacerlo buscan comunicarse con otras plantas. Estas hormonas, que son moléculas muy volátiles y que se obtienen a través de un proceso químico muy bonito, llegan con mucha rapidez al cerebro límbico a través del olfato, que es el cerebro más antiguo y milenario que tiene el ser humano. Cuando llegan ahí se desencadenan una serie de mecanismos y se envían conexiones neuronales a nuestro sistema nervioso endocrino. Esta molécula encaja en el bulbo olfativo y al encajar produce una respuesta en nuestro mecanismo fisiológico y genera estados de paz, sensualidad o euforia, o la calma de un dolor emocional o físico», explica Sylvia Galleguillos, directora del Centro de Aromaterapia Osmanthus.
Claro que este proceso fisiológico complejo, dice, solo se genera cuando se extrae la molécula de la planta. «Podemos usar un perfume o una fragancia elaborada en un laboratorio, pero ese aroma, que puede ser muy atractivo, solo queda en la superficie de tu cuerpo y no tiene ninguna relevancia fisiológica. No podríamos decir que un perfume produzca relajación, liberación de estrés o ayude a dormir. El mecanismo llega a la nariz, pero solo es un olor agradable».
La cosmiatra de la marca alemana Weleda, María Ester Siri, refuerza esta idea: «Los aceites esenciales proporcionan su preciado aroma natural, pero también beneficios anímicos, ya que correctamente combinados actúan sobre el estado de ánimo. Las fragancias sintéticas, por el contrario, no aportan beneficios adicionales y producen en muchos casos alergias, mareos, dolores de cabeza o irritaciones en la piel».
Al espacio de las emociones. Hasta ahí llega la información de los aceites esenciales una vez que pasa directamente al cerebro límbico, plantea Mavi Toro, directora de Azahar Aromaterapia y organizadora del seminario Semfora (Seminarios y Formación en Aromaterapia Científica) «Pero cuando lo aplicas en la piel funciona de otra manera, ya que va traspasando las capas sanguíneas. Por ejemplo, si pones una gotita de eucalipto radiata en la planta del pie, a los pocos minutos vas a sentir el sabor en la boca… Se habla de los grandes calmantes como el Ylang-ylang, que aparte de ser un poderoso calmante, es un afrodisiaco».
Sylvia Galleguillos plantea que los aceites esenciales penetran con mucha facilidad a través de la piel y que por eso tienen que ser diluidos y acarreados a través de todo el cuerpo por medio de mezclas preparadas.»Pero lo interesante es que independientemente de que penetran por todas las capas de nuestra piel, llegan directamente a ciertos órganos que quieres tratar, estimular y revitalizar».
¿Algún aceite esencial por excelencia? Para la directora de Osmanthus ese lugar lo ocupa la lavanda. «Es universal; todo el mundo lo puede ocupar. Tiene un aroma fresco, agradable, es muy sutil en su acción, y realmente nos puede calmar, relajar y bajar esos calores de rabia y los estados emocionales alterados, como también normalizar las presiones provocadas por el estrés. Además, induce a dormir, pero de una manera que no te va a mandar knock-out a la cama, sino que te lleva a un estado de tal calma que te relaja»
Articulo Revista Paula
por: Verónica San Juan
Primer Imagen del Fotografo Geoff Jones
Segunda Imagen Campos de Lavanda en Provenza Italia