Belleza y Pobreza

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 Nunca sabemos si el dolor y el malestar van a aumentar; el miedo nos dificulta el juicio, porque en definitiva la enfermedad y el sufrimiento son anticipos escondidos de la muerte. No hay situación de mayor fragilidad que la del dolor y la enfermedad…

        Muhammed Muheisen

(Imagén de Muhammed Muheisen)

  Nadie piensa que los pobres necesiten belleza. Dinero, oportunidades, sí. La belleza, en sus diferentes manifestaciones, parece ser patrimonio de los ricos. Salvo la naturaleza, que es gratis y rodea a veces las vidas de los más pobres que no viven en la ciudad, lo demás es un lujo. Pero resulta que en algunos momentos de la vida y siempre en la muerte, somos todos iguales.

A pesar del avance de la ciencia en medicamentos para disminuir el dolor, siempre habrá miedo acechando ese dolor y la enfermedad. No se requiere ser paranoico para sentir que la muerte se asoma cuando nos enfermamos. Un episodio de fiebre, un cólico, la respiración que se hace difícil, nos enfrentan a lo desconocido. Nunca sabemos si el dolor y el malestar van a aumentar; el miedo nos dificulta el juicio, porque en definitiva la enfermedad y el sufrimiento son anticipos escondidos de la muerte. No hay situación de mayor fragilidad que la del dolor y la enfermedad. Esos hombres fuertes, curtidos, esas mujeres luchadoras, parecen niños cuando algo les falla en el funcionamiento del cuerpo y deben partir al hospital.

Solo que los pobres tendrán que esperar mucho antes de que se alivie el miedo y la tensión, porque a pesar de los enormes avances logrados, los hospitales públicos siguen siendo lugares de espera. Y si sumamos la espera al dolor y a la incertidumbre, las defensas bajan y la fragilidad aumenta.

bansky

(Imagén de Bansky)

La belleza es y ha sido siempre un consuelo. Mirar algo bello nos reconcilia con la vida, porque es como soñar que los seres humanos tenemos algo de dioses o de ángeles en nuestra capacidad de crear belleza. Con mayor razón si esa belleza se refiere a nosotros mismos, a nuestra tierra y a nuestra historia. La Fundación Futuro realizó un proyecto a través del que se instalaron más de mil fotografías viejas y nuevas en las salas de espera de 46 hospitales. Solo para que esos niños, ancianos, mujeres y hombres que esperan ser atendidos puedan mirar y gozar la belleza del Chile que fue y del Chile que es. ¡Felicitaciones! Generalmente, cuando se hacen proyectos de arte, son para los que saben de arte o quienes quieren saber. Es inusual que se les regale belleza a los que sufren, a los iletrados, a los marginales y marginados.

Celebro que se gaste dinero en lo que parece inútil. Así son los verdaderos regalos. Parecen inútiles, no son pan y leche o zapatos de colegio. Son, o deberían ser, algo a lo que no tendremos acceso sino a través de quien nos hace el regalo, ya sea porque no es prioridad o porque nadie pensó que podríamos necesitarlo. Los que sufren necesitan belleza, necesitan ahuyentar a la muerte que se asoma. Y este regalo, estas maravillosas fotografías, son eso: puro regalo, pura belleza, pura alegría misteriosa, puro consuelo.

      Fuentes: Columna «La Mujer y su Mundo» por Paula Serrano para Revista Ya