La artista Calida García Rawles comenzó a nadar como ejercicio y éste se convirtió en un espacio meditativo en el que vivió sesiones terapéuticas que la hicieron descubrir que en el agua se sentía muy emocionada y más liviana. Fue ahí cuando empezó a usar el agua como lenguaje visual y como una forma de curar , desconectarse y abordar problemas difíciles en su vida. A través de esa sensación de serenidad, la artista crea pinturas de cuerpos flotantes en aguas azules brillantes, por lo general vestidas de blanco o pastel. Antes de pintar saca múltiples fotografías para capturar el momento donde se crean las distintas texturas y formas que se generan con la conexión del agua, la luz, el cuerpo y sus vestidos en movimientos. Un sueño de pinturas que hipnotizan con ese mágico fluir del agua y sus distintas formas.
“Cuando estoy en el agua y veo la luz brillar de cierta manera… se ve tan mágico. La forma en que el cuerpo parece romperse, astillarse y fluir en el agua en movimiento me parece de otro mundo ”, dice.