Las mil y una danzas de Margot Loyola

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Margot Loyolaa sus ya 96 años sigue difundiendo las tradiciones más profundas de Chile. Junto con Osvaldo Cádiz, publicaron un completo libro sobre 58 danzas vigentes y en desuso en el país.  

 «Estoy feliz por un lado, y por otro, no tanto, porque como voy cumpliendo años le voy quitando a la vida, ¿no?. Pero lo pasé muy bien, porque me di cuenta del cariño con que me responde Chile a lo poco que he podido hacer», confiesa.

Sus más de 70 años de investigación en terreno, los últimos 54 junto a su discípulo, Osvaldo Cádiz, han dado origen a una nueva publicación: «50 Danzas tradicionales y populares en Chile» (364 páginas, $25.000). Con financiamiento Fondart, el volumen fue publicado por Ediciones Universitarias de Valparaíso, de la PUCV, y con apoyo de la Academia Nacional de Cultura Tradicional «Margot Loyola Palacios».


Alma chilena

Habiendo publicado «La cueca. Danza de la vida y de la muerte» (2010), ahora presentan un recorrido a través de una variedad sorprendente de bailes.

«Este libro servirá como guía para que los profesores de nuestro país puedan hacer sus clases y dirigir a sus alumnos», adelanta Loyola, Premio Nacional de Música 1994.

En el volumen, los investigadores retratan de cuerpo entero a 58 danzas. Las ubican geográficamente y las describen con palabras, esquemas e ilustraciones. También incluyen fotografías y partituras, y aclaran si tienen o no vigencia social.

«Detrás de estas expresiones culturales hay algo muy profundo. Todas, absolutamente todas las danzas, hasta la más simple, tienen un gran contenido simbólico. Y hay que estudiar esos signos y símbolos para poder interpretarla como corresponde», explica Cádiz.

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Hay danzas individuales, como la lancha y el costillar, vigente la primera en localidades de Coquimbo y Valparaíso; mientras que la segunda la vieron practicar por última vez en 1987, cerca de Ancud. Las hay también de pareja «suelta», como la refalosa, en sus numerosas variantes geográficas, o «tomada», como el famoso huayno.

«La danza que más me gusta de todas es la cueca, indudablemente. Después, el cachimbo me parece de mucha importancia; es la gran danza del Norte Grande. Y de la Patagonia me gusta el chamamé, porque nos hermana con Argentina», reconoce Loyola.

Entre las danzas más populares de la actualidad están justamente el chamamé, en el extremo sur, y el huayno y el cachimbo en el norte.

«La danza es la expresión del alma, y tenemos que descubrir esa alma para poderla interpretar», asegura Cádiz. Y recuerda las ventanas, que conocieron hace 40 años en la Provincia del Loa: «La gente nos decía que eran ‘Ventanas por donde se mira la eternidad’. Se baila al aire libre y cerca de la medianoche, para el florecimiento de ganado. Cada figura coreográfica se repite nueve veces. El hombre se coloca al medio y dice: ‘Yo soy el árbol de la vida y estas son mis ramas’, y va colocando una mujer a cada lado, y luego hombres y mujeres. Y en ciertas evoluciones de la coreografía aparece el símbolo del infinito. Es impresionante».

El volumen derriba varios prejuicios. Por ejemplo, al identificar varias danzas mapuches. «Esta cultura tiene cantos y danzas para todos los momentos de la vida, y han sido muy influyentes en la cultura popular», apunta Cádiz. «La persona que dice que el chileno no baila bien, se nota que desconoce. Sucede que por una época estuvimos muy apagados, y de repente descubrimos que somos latinos. La cueca urbana, que hoy tiene gran auge, se levantó como reacción a esa otra cueca impuesta con esquemas rígidos para competir. La danza tradicional nace en el momento de su ejecución y es personal. Ahí está su riqueza».

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Fuente: El Mercurio
Fotos Rodrigo Campusano