Unir danza y cine es el objetivo del festival Bestias Danzantes, que estrena su cuarta versión. Este primer semestre, por primera vez, expondrán los cortometrajes de la edición 2017 en regiones y, en mayo, inician una nueva convocatoria no solo en Chile, sino también en el Cono Sur y Europa.
Elisa Domínguez y Mayo Rodríguez se conocieron en un café de Providencia, en 2014, mientras la primera dirigía el lugar y la otra buscaba un espacio para trabajar. Al conversar se dieron cuenta que tenían en común la gestión y producción cultural, así como la danza contemporánea. Mayo es ingeniera medioambiental, pero se formó como bailarina de manera independiente, tomando cursos, seminarios y workshops. Elisa es gestora cultural de profesión y también ha bailado de forma no profesional.
Crear el Festival de Cine de Danza Bestias Danzantes surgió porque Elisa debía crear un modelo de gestión para un festival de cine de nicho, en el Magíster de Gestión Cultural que cursaba. Y como recuerdan ellas: «justo los tiempos se dieron», se conocieron y decidir unir cine y danza fue la respuesta.
En siete meses organizaron todo. Se contactaron con otros festivales internacionales de cine danza, hicieron una convocatoria abierta por Internet, la curatoría de los filmes, armaron la programación y consiguieron un espacio. En mayo de 2015, en el centro cultural SOFA de Providencia y al aire libre, proyectaron 37 cortometrajes de danza, de 21 países como Argentina, Alemania, Australia, Bélgica, Chile, Canadá, Finlandia, Países Bajos, Suecia, Italia, Japón y Rumania.
El filme que más las impresionó esa noche fue «Off Ground», de Países Bajos, del director Boudewijn Koole, ganador del Mejor Corto en el San Francisco Dance Film Festival. Una danza pensada para la pantalla, en que una madre con su hijo, una mesa, dos sillas y una pared azul es lo único en escena. La mujer baila sobre la mesa, se apoya en la pared, y el niño salta y gira al ritmo de un violín. No hay diálogo verbal, solo movimiento, el suficiente para comunicar y generar sentimientos. La cámara capta hasta la respiración de los bailarines, al tiempo que enfoca sus pies, manos, y un juego de brazos entre los dos bailarines.
–Es un formato muy interesante, la gente se conecta rápidamente con él, porque son cortometrajes que durante entre uno a quince minutos, entonces también es un material bastante familiar con las redes sociales. Ahora estamos muy acostumbrados a ver ese tipo de formatos, y lo bello es que los cortometrajes funden elementos del cine con elementos de danza, coreográficos, generando otra capa en este tipo de trabajo y de proyecto -dice Mayo Rodríguez.
En mayo harán la cuarta convocatoria, y durante el primer semestre esperan poder exhibir los cortometrajes de la edición pasada en regiones, de norte a sur, para motivar a nuevos realizadores en este tipo de cine.
En 2016, durante la segunda realización del festival, recibieron ochocientos filmes. A la última edición postularon cerca de novecientos, pero la selección final incluyó 45 películas de 19 países distintos, donde se apreciaron temáticas diversas como la violencia de género, el terrorismo, el reconexión con la naturaleza y la idea del amor.
–La respuesta de los artistas es muy rápida a lo que está pasando en el mundo. Los cortometrajes que llegan son una respuesta a lo que está ocurriendo política, social y ambientalmente en el planeta. Y, desde todas partes del mundo, se habla un lenguaje común –dice Elisa.
Mujeres liderando festivales
El equipo de Bestias Danzantes está integrado exclusivamente por mujeres. Elisa Domínguez está a cargo de la dirección de producción, Mayo Rodríguez de la dirección de Arte, y tres mujeres más componen el equipo: Elisa Torres, Liliana Hermosilla y Rocío Casas.
–Solo somos mujeres y de eso también surge este lado poderoso, bestial de las mujeres, que nos tomamos la pantalla, nos tomamos la escena de la cultura -dice Elisa Domínguez.
Cuando se contactaron con otros festivales internacionales para crear alianzas, se dieron cuenta de que la presencia de la mujer en el cine de danza era algo recurrente. Se comunicaron por ejemplo con el Loikka Dance Film Festival, de Finlandia, que es liderado por una mujer: Kati Kallio; con el Bucharest Internacional Dance Film Festival, dirigido por la coreógrafa Simona Deaconescu; y en Alemania, con el Pool Internationales Tanz Film Festival de Berlín, que tiene como directoras ejecutivas a: Wibke Janssen y Kirsten Seeligmüller.
–Si uno mira el cine chileno en general lo que se visibiliza más es lo que los hombres están creando, siento que a las mujeres nos cuesta visibilizar lo que hacemos. Los hombres tienen más plataformas. Tienen más espacio para mostrar lo que hacen, las mujeres no tanto, y por eso también empiezan a salir un montón de proyectos para visibilizar esto -comenta Mayo, quien dice que en la última versión del festival, el 45% de los cortometrajes que postuló eran de directoras.
–La naturaleza de las mujeres es también muy acogedora, entonces ha sido mucho más fácil para nosotras entender lo que significa trabajar en red a nivel nacional e internacional, como esta idea colaborativa, y de poder conectar con otros festivales -dice Elisa.
«Los cortometrajes que llegan son una respuesta a lo que está ocurriendo política, socialmente y ambientalmente en el planeta», dice Elisa.
Algunos vídeos de sus convocatorias
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Un vídeo de cine de danza del grupo de música Sigur Ros que nos encanta
Fuente Revista Ya por Martina Díaz Araya