El chicle un legado maya

El chicle o goma de mascar es uno de los productos más conocidos de nuestra sociedad. Practicamente todos en alguna ocasión nos hemos metido uno de ellos en la boca y nos hemos dejado llevar por sus increibles sabores, mascándolo inconcientemente durante minutos e incluso horas. ¿Pero qué es un chicle? y sobre todo ¿De dónde sale y cómo llega a convertirse en esa irresistible fuerza dispuesta a ser masticada?


Sabemos que el hombre neolítico mascaba resinas de árboles y plantas con propiedades medicinales, pero el origen del chicle se lo debemos a la cultura maya. Inicialmente una especie de látex extraído del árbol llamado tzicli -nativo de las zonas tropicales de Centroamérica-, su consumo fue inmensamente popular en las grandes civilizaciones mesoamericanas hace ya más de 2 mil años. Sin embargo, la masiva comercialización del extracto se origina durante el exilio a Nueva York del Presidente mexicano Antonio López de Santa Ana, conocido aficionado a la goma de mascar.

Fue allí donde conoció al inventor norteamericano Thomas Adams, en 1869, quien andaba en busca de una sustancia alternativa al caucho, para abaratar el costo de neumáticos de bicicletas y carruajes. Sin lograr que la goma endureciera lo suficiente para satisfacer sus objetivos, decidió en vez combinarla con saborizantes y azúcar, creando la primera versión del chicle moderno. En 1869 Adams patentó su idea y dos años más tarde los Chiclets Adams aparecieron a la venta por primera vez en una farmacia de Hoboken, Nueva Jersey. Su expansión al resto del mundo comenzó durante la Primera Guerra Mundial, cuando los soldados estadounidenses lo llevaron consigo a Europa para aminorar los niveles de estrés y ansiedad.

A partir de ahí el desarrollo fue meteórico; en 1880 se introdujo el sabor a menta, tan popular en nuestros días, en 1888 se desarrolló la primera máquina expendedora de chicles y un año más tarde se produjo la aparición de los chiclets, o chicles con cobertura sólida de caramelo. Desde ahí, numerosas compañias dedicaron sus esfuerzos a la comercialización del novedoso y revolucionario producto. La compañía de chicles Wrigley’s llevó a cabo una de las campañas mediáticas más potentes que se recuerdan enviando por correo tres tabletas de chicle a cada persona que apareciese en la guía de teléfonos de EE.UU convirtiéndose así durante mucho tiempo en el primer vendedor del país.
Hoy en día la infinidad de tipos, marcas y sabores de chicles son incontables, así como sus consumidores. Sólo en España se calcula que se consume medio kilo de chicle al año por persona dando lugar a un volumen de ventas que según estudios realizados en el año 1997 mueve unos 175 millones de Euros.

Un vídeo que muestra el proceso de fabricación de un chicle en la actualidad y que sin duda queda muy lejos de sus naturales orígenes.

«Interesante proceso, nunca me imaginaba como se llegaban a hacer un chicle. Igual seguire amando los chicles, no para comerlos no soy tan adicta, pero si, rayo con sus colores y multiples formas, ya que los he usado para hacer vestuario experimental, y sirven como inspiración, es lo más kitsch que hay, en un articulo en algunos meses, publicare mis traje hecho de chicle y dulces que se llama «Una Dulce Tentación»
Texto de: Te Interesa Saber y de El MercurioImágenes: 1- Michael Moebius 2- Marcus Møller Bitsch 3-Desconocido