La artista chilena Nora Unda emplea plasticina y elementos de su infancia para crear y potenciar una obra llena de colores y formas que le permiten encontrar su propia identidad artística
«Mi proceso creativo proviene desde los fragmentos de mi memoria, lo que me ha llevado a hacer una traducción de lenguajes a través de la intuición, interpretando personajes abstractos, creando una desfragmentación de la realidad, dando forma a nuevos relatos visuales, paisajes oníricos. De esta manera pretendo conectar al espectador con la infancia a través de este material ligado al juego y la creatividad que es la plasticina. La idea de enmarcar mis cuadros en plasticina, tiene como objetivo, mantener el recuerdo de la infancia y cuidar la obra para su perpetuidad. En síntesis, es un llamado a cuidar la memoria que en estos tiempos es muy frágil. Vivimos el día a día a gran velocidad y no nos preocupamos de nuestros recuerdos que configuran nuestra historia personal».
Nora intuyó desde pequeña que sería artista: “Siempre me encantó el arte. Un tío me enseñó a dibujar a los cuatro años, así que dibujé y pinté durante toda mi vida”, por lo que ingresar a la facultad de Artes de la Universidad de Chile fue sólo parte de un largo proceso de búsqueda y de aprendizajes que le han permitido ir poco a poco acercándose a lo que ella llama “lo auténticamente” suyo.
“Cuando tenía entre tres y ocho años, mi mamá hacía aves en cerámica en frío, aplicando la técnica de plumaje. Copiaba de los libros aves chiquititas y las reproducía”, por lo que su curiosidad infantil le permitió aprender a modelar con las manos. Esta influencia se puede ver en varias de sus obras en que seres mutantes de la naturaleza, aves y mariposas, están cargados de los motivos y de la técnica que aprendió en sus primeros años de vida.
Sus temáticas están centradas en la naturaleza y los animales, mediadas por lo onírico “llegando al extremo de la consciencia”. Hay en ellas una conexión con los sueños y con algunas visiones caleidoscópicas producto de un “viaje” al borde de la muerte producto de un Cavernoma cerebral, que según la artista le permite descubrirse a sí misma, ya que la operación cerebral que le salvó la vida es a la vez ese viaje en el que se descubre a ella como artista y su misión, que es ver la vida como un lugar para “entregar un mensaje, todos venimos a una misión”, por eso hace un llamado a “tomarse la vida en serio, creerse el cuento en lo que sea que hagamos”, porque ella, por su parte se entrega a su obra: “Me la estoy jugando por mi vida, por mi trabajo, por mi arte”.
Quizás es por esa conexión con lo onírico que parte de su periodo de creación es en silencio: “Mi proceso es encerrarse, dibujar, dibujar, y así llego a formas nuevas. Con ojos, volúmenes, orgánicos, plumas, pelos”, y tratar de no influenciarse por otras obras, dejarse llevar por la emoción de crear a solas. Esto influenció la elección de la plasticina como soporte: “Ya no quería más pintura. La plasticina tiene el volumen y color, y permite un trabajo rápido. Además tiene lo lúdico”, y es justamente esto lo que se ve en las obras que resultan de sus manos.
Respecto de su visión sobre el arte y los artistas en Chile, Nora invita a que como sociedad aspiremos a lo original, a la autenticidad. Retomar “el oficio de la mano” y dejar un poco de lado la reproductibilidad técnica que en cierta forma limita el arte, al artista y a su labor, no es suficiente con conseguir miles de cuadros y pinturas iguales para apreciar el arte. La artista también invita a reencontrar y reencantarse con aquello que hace al arte único, una pieza que podemos considerar una obra y permitirnos que ingresen a nuestras vidas y nuestro espacio cotidiano, ya que para ella las obras de arte además de ser un discurso en sí mismo y de expresar alguna crítica social, “expresan más los sentimientos, es decir las cosas del alma”.
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fuente: Nora Unda y Arte al Limite