Ya se anuncia la edición 2014 del Diccionario de la Real Academia Española, el tradicional compendio de las voces de nuestro idioma. Escogimos una docena de términos, que reflejan las múltiples fuentes que han enriquecido el español desde sus orígenes latinos: los nexos con otras lenguas, la profunda huella de América, los chilenismos, los términos que reflejan cambios sociales y los vocablos cibernéticos propios del siglo XXI.
Chequear
No todos saben que al anunciar que se harán un » chequeo médico» o que » chequearán cierta información» están basándose en el inglés al expresarse. Menos todavía si deslizan un cachái , tan común en Chile. Pero lo cierto es que ambos términos tienen su raíz en la lengua inglesa: el primero proviene de to check y el segundo de to catch .
«No existen lenguas puras», dice Alfredo Matus dando una señal de calma ante la influencia de otras lenguas sobre el español. En el último siglo, el inglés ha sido la principal fuente de extranjerismos. Algunos anglicismos como fútbol, bistec y estándar (de football , beefsteak y standard ) han adoptado la ortografía y fonética de nuestra lengua. Otros, en cambio, se han incorporado como calcos, es decir, tal cual existían en inglés. Tal es el caso de club , hobby , bar , boom (como «éxito o auge repentino de algo») y lobby (como grupo de personas influyentes y vestíbulo de algún recinto), entre tantos otros. Matus explica: «Una lengua con la fortaleza del español, como un organismo sano, adopta lo que necesita. Y lo que no, va cayendo en desuso de manera natural».
Charquicán
América le aportó al español no solo los nombres de desconocidas frutas, verduras y granos ( chocolate , camote , papaya , tuna , maíz , choclo , tomate y muchos otros), sino también los términos para denominar guisos o preparaciones. En este universo, la palabra charquicán es un término curioso, ya que, según el profesor Gilberto Sánchez, constituye un híbrido que vincula un término de origen quechua ( charki ) con una terminación de vertiente mapuche (-kan ).
Otros nombres de preparaciones que provienen de lenguas americanas son, según Sánchez: mole (del azteca mol-li : salsa, guiso, potaje); tamal (del azteca tamal-li : pan o pastel de maíz); cocaví (del quechua qoqawi : fiambre, provisión de viaje); chuchoca (del quechua chuchuqa : maíz sancochado, secado al sol y luego molido); chupe (del quechua chupi : sopa a base de carne, papas, verduras y chuño), y humita (del quechua humint’a : pasta de maíz tierno, condimentada). Al mapudungun se remonta a su vez curanto (del mapuche kurantu : conjunto de piedras) y ulpo (del mapuche ullpüd : harina tostada revuelta con agua fría). Y, por supuesto, el muy mentado merquén (del mapuche medken : moler, machacar [el ají]), hoy presente en los más finos mercados gourmet de todo el mundo.
Carrete
«¿Te fuiste de carrete ayer?», le pregunta un amigo a otro que amaneció con mala cara. El segmento juvenil es un gran creador de nuevas palabras, las que tienden a ser contraculturales. «Van construyendo este léxico como una forma más de crear una identidad juvenil, opuesta a la cultura establecida», explica la lingüista Marcela Cabrera, académica de la Universidad Alberto Hurtado. Es así como han surgido términos -ya incluidos en el Diccionario de uso del español de Chile- como carrete , aludiendo a fiesta o reunión social; flaite , definido como «Persona de clase social baja y comportamiento y apariencia extravagante»; chanta , como alguien que actúa de forma fraudulenta; rajazo , como tener una gran suerte; tela , como un adjetivo positivo a una persona; chato , como estar hastiado, y brígido , aludiendo a la intensidad de algo o alguien.
El ámbito de las valoraciones es el más productivo para los jóvenes en cuanto a la creación de palabras. Y, si bien se generan y modifican a gran velocidad, no todas se quedan en modas pasajeras. «Este lenguaje se puede mantener bastante tiempo, pero en el registro informal», acota Cabrera. Así, palabras como bacán , usada en Chile desde los 90, piola , pulento o mina (en su acepción de «mujer») ya han sido incorporadas por la Real Academia Española.
Enagua
Tras la llegada de Colón, las lenguas habladas en el Caribe y Centroamérica fueron las primeras que enriquecieron el español con vocablos nacidos en América. Fue el comienzo de un largo proceso de mestizaje que ha implicado una decisiva huella del habla americana sobre el español. Por ejemplo, enagua -la prenda interior femenina- es un término de la familia lingüística arahuaca, propia de las Antillas. De acuerdo con el académico de la lengua Gilberto Sánchez, otras palabras de origen arahuaco son términos tan cotidianos, como ají, hamaca, iguana, jaiba, maní y maíz . De hecho, se considera que el primer «americanismo» documentado es el vocablo canoa (arahuaca), que Colón escribe en una carta fechada en 1492. A su vez, son de procedencia ‘caribe’ los términos butaca, cacique, caníbal, colibrí , mico y piragua. El azteca, o nahuatl, también ha sido un importante contribuyente al español, con voces como galpón, tocayo , chicle y chapulín (algunas se han expandido a través de los programas televisivos mexicanos). Según estadísticas de la RAE, la última edición del diccionario (2001) incluyó más de 26 mil americanismos -vocablos o giros provenientes de lenguas indígenas o del español hablado en alguna parte de América-, lo que significó un considerable incremento respecto del pasado.
Cahuín
Alrededor de 302 voces de origen mapuche incluye el diccionario de la RAE, según el lingüista y profesor emérito de la Universidad de Chile Gilberto Sánchez. Una de ellas es el término «cahuín», de uso cotidiano en todo Chile y con varias derivaciones (¡Ya anda fulano armando cahuín! ¡Es un cahuinero!) «Viene del mapuche kawiñ y significaba originalmente ‘reunión’, ‘junta’, en la cual se solía ingerir vino y, por consiguiente, se producían desórdenes. Esta parte del significado todavía está presente en la palabra, pues significa ‘situación confusa’, ‘enredo’, pero también ‘chisme’ y ‘habladuría’. Quiltro, pilcha, pichintún, charchazo, guata, curiche, chape, pichiruche, pilucho y piñén son también términos que provienen del mapudungun y que no han perdido vigencia en el habla. También hay múltiples voces relacionadas con la fauna (laucha, guarén, chuncho, coipo, loica, peuco, chincol, quique, diuca, macha, pololo) y la flora (boldo, copihue, maitén, patagua, etc .) Y algunas tienen derivaciones muy criollas y aceptadas por la RAE como el denostado «lauchero» en el fútbol. («Que habitualmente espera la ocasión de marcar un tanto sin incorporarse de lleno al juego», según el diccionario).
Tableta
En 1739 se la definía como «tabla pequeña», y en 1817 también como «cierto género de masa hecho con harina, huevos y azúcar que se vende en las confiterías». Pero en la próxima edición del diccionario de la RAE la palabra tableta tendrá una nueva acepción: «Dispositivo electrónico portátil con pantalla táctil y con múltiples prestaciones». «Esto da cuenta de la consolidación de las nuevas tecnologías en nuestro vocabulario», dice Darío Rojas. Porque, además de esta definición que alude a los tan de moda Ipads, hoy se pueden encontrar en el diccionario términos como chat , USB , blog y software. «La mayoría viene del inglés, porque la tecnología se está desarrollando mucho más en el mundo anglosajón. Entonces, se exporta no sólo el objeto, sino también la palabra», explica José Luis Samaniego, decano de la Facultad de Letras de la Universidad Católica. Junto a esto, el adjetivo inteligente ahora puede corresponder a «un sistema, un edificio, un mecanismo», como los «teléfonos inteligentes»; mensaje puede significar «correo electrónico» y la palabra internet ya está considerada parte del español. «Últimamente se han incorporado más palabras de este ámbito que en otras épocas, porque las nuevas tecnologías tienen una importancia fundamental en la cultura actual», explica Alfredo Matus.
Chasca
Un cabello enmarañado, que poco contacto tiene con la peineta, configura una chasca , un término que proviene del quechua ch’aska . Guagua (hoy amenazada por el reinado de ‘bebé’), chacra , pampa , cancha , yapa , poroto , ojota , pucho y cóndor también son palabras -varias de ellas relacionadas con la agricultura- cuyo origen se remonta al quechua, la lengua extendida por los incas a todo el territorio de su imperio, y que también se transmite a otras regiones cercanas. Según el académico Gilberto Sánchez, «es probable que las lenguas americanas que más han aportado al español sean el azteca o nahuatl y el quechua, cuyo léxico ha logrado una amplia difusión».
Cofre
Era la última moda. En el siglo XVIII y XIX los avances tecnológicos, las innovaciones culinarias y los vestidos más deslumbrantes provenían de Francia. Así también, las palabras para nombrarlos.
El español actual sigue poblado de estos términos provenientes de la época de esplendor del francés. Para hablar del capó de un auto, del chofer que lo maneja y del garaje donde se guarda nos inspiramos en esta lengua. Así también al alojar en un hotel, al comer un jamón preparado por un chef , o al usar palabras como carné , cofre , complot , debut , glamour o chic . «Tienen que ver con objetos o costumbres que llegaban de Francia, y muchas se asocian a la parte estética, a buscar algo bello», explica José Luis Samaniego.
Altiro
Para los extranjeros resulta muy curioso que los chilenos «vayamos altiro a cambiar la ampolleta «. Porque solo en nuestro país se le llama así a la bombilla eléctrica y usamos el término altiro en lugar de «inmediatamente». «Altiro es léxico militar. Hay una gran influencia de este en Chile, porque era una región de frontera, había permanentemente actividad bélica», explica Abelardo San Martín. El especialista menciona también el erí . «Esta es una conjugación entre el voseo (vos sois) y el tuteo (tú eres). Era juvenil, pero ya se ha masificado en otros estratos», explica.
Fome , caluga , pituto , chamullento , impeque , patiperro, lesear, pinganilla, cachureo, virutilla, lorear, sapear y condoro son otros de los chilenismos usados con frecuencia. El primer lingüista nacional en dedicarse a este tema fue Ambrosio Rabanales, quien ya en 1953 hizo notar una cierta afición de los chilenos por generar metáforas basadas en animales. Ejemplificó con frases como «una galla caballa «, junto con recoger otras expresiones como cabeza de cobre , collar de melones y cabeza de rodilla .
Alfredo Matus, director de la Academia Chilena de la Lengua, destaca además el uso que se le da en nuestro país al término huevón . «Es increíble todos los valores que adquiere. Puede funcionar como sustantivo, adjetivo y vocativo. Siempre pongo el ejemplo ‘el huevón huevón, huevón’, que podría traducirse como «El tipo imbécil, compadre». Hay toda una familia de esta palabra, que aunque no se use solo en Chile, para muchos es el gran chilenismo».
Alcaldesa
Una de las mejores formas de ver cómo una sociedad va cambiando es a través de su lengua. «Muchas modificaciones del DRAE reflejan los espacios laborales que ha ido ganando la mujer en la sociedad moderna», dice Darío Rojas -académico de la U. de Chile y delegado de la Fundéu BBVA en el país- a modo de ejemplo. » Alcaldesa era definido en 1780 como ‘la mujer del alcalde’; hoy, la primera acepción del diccionario es ‘Mujer que ejerce el cargo de alcalde’. Ingeniero fue desde 1734 un sustantivo solamente masculino, pero desde 1970 se incluye también su terminación femenina: ingeniera «, continúa Rojas.
Así, también, matrimonio pasó de definirse en 1724 sólo en términos religiosos y como una unión que daba «el uno al otro potestad sobre su cuerpo (…) del todo indisoluble», a incorporar próximamente una acepción para el matrimonio homosexual: «En determinadas legislaciones, unión de dos personas del mismo sexo».
En la nueva edición del diccionario de la RAE se han debido incorporar también palabras como okupa , «Dicho de un movimiento radical: Que propugna la ocupación de viviendas o locales deshabitados», como reflejo de estos movimientos sociales. Y estadounidismo , con la definición de «palabra o uso propios del español hablado en los Estados Unidos de América», debido al creciente uso de nuestra lengua en ese país.
Aguaitar
Son palabras propias del español antiguo y están extintas en gran parte del habla hispana. Pero, en ciertas regiones, se mantienen vivas. En las zonas rurales o urbanas periféricas de Chile pueden encontrarse varios de estos términos, que para algunos son «arcaísmos», aunque la definición exija bastantes matices. «Una voz de uso popular en Chile y zonas de América, de origen marinero, es ganarse hacia alguien o algo, con el significado de ‘acercarse’ («gánese pa’ acá»)», comenta Raissa Kordic, filóloga de la Universidad de Chile. También menciona el término pollera: «En el siglo XVII se documenta en España como ‘falda acampanada’ femenina, muy cercana a nuestro significado actual. Luego desde Andalucía se extendió a América, donde pervive en algunas zonas».
Abelardo San Martín agrega las palabras emprestar (prestar) y endenantes (antes); mientras que Gilberto Sánchez señala aguaitar (vigilar, acechar), agora (ahora), barrial (barrizal), celebro (cerebro), escobilla (cepillo), lamber (lamer), memorias (saludos), mesmo (mismo), recordar (despertar), vide (vi).
Ocho siglos de dominación musulmana sobre España, que terminaron en 1492, dejaron un legado de cerca de cinco mil palabras árabes en el español. No es de sorprender entonces que cuando deseamos que algo suceda digamos ojalá , que en su sentido original es un ruego a Alá. O que apoyemos la cabeza sobre una almohada , o que compremos zanahorias , aceite y naranjas en un almacén. «Gran parte de las palabras con ‘al’ tienen este origen, porque ‘al’ era un artículo del árabe. La influencia de esta lengua en el español fue muy fuerte sobre todo en los últimos reductos de la Reconquista, es decir, Andalucía. Y la base del español americano es andaluz», explica el académico de la U. de Chile Abelardo San Martín.
Por: Constanza Rojas y Elena Irarrazabal y Ilustraciones Jimmy Scott para El Mercurio