Septiembre por excelencia es el mes de la chilenidad y alegría primaveral. Para felicidad de todos, no es necesario de que éste llegue para disfrutar durante todo el año de esos atributos, pues la algarabía, colores, juegos y carnaval de chinchineros y organilleros, oficio cien por ciento chileno, se mantiene más vivo que nunca entre calles de Santiago y Valparaíso .
Así lo entiende y siente “Familia BomboTrío”, ex integrantes de la Escuela Carnavalera Chin Chin Tirapié, y creadores del proyecto Patrimonio Sonoro, en el cual dan a conocer, divulgan y hacen visible la riqueza de este patrimonio inmaterial único en el mundo. Patrimonio Sonoro fue ganador del Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes, Fondart Regional, 2014 y también cuenta con el apoyo de Biblioteca de Santiago y la Dirección de Bibliotecas y Archivos y Museos, DIBAM.
Imágenes gentileza de Pedro Aceituno Fotógrafo oficial de Patrimonio Sonoro
En este sitio web, se recolecta documentación en fotos, videos y escritos de la historia y legado de 15 familias de chinchineros y organilleros tradicionales, los cuales generación tras generación transmiten y mantienen vivos sus percusiones y bailes, recorriendo nuestras ciudades para llenarnos espontáneamente con magia y sorpresa. En este sitio se pone a nuestra disposición material con el que podemos empaparnos de esta cultura tan libre y callejera, sentir su día a día, su propuesta. Esta es la primera patita de un trabajo que pretende crecer para continuar incluyendo a las familias chinchineras faltantes. Es un homenaje de la nueva camada no tradicional chinchinera al legado tradicional.
El lanzamiento de Patrimonio Sonoro se realizó el miércoles 3 de septiembre a las 19:30 horas, comenzando con una conferencia abierta al público en la Sala de Conferencias 1 del Centro Cultural Gabriela Mistral, GAM, seguido de la presentación de todas las familias integrantes del proyecto en el patio oriente del mismo recinto, gala gratuita a la que, por supuesto, ellalabella no podía faltar. Nos gusta lo nuestro, con su estilo y fiesta popular.
Fue una noche fría de semana, que se sintió cálida por la energía allí presente. Sencillamente, me encantó. Magnética, simple y gozadora. Llegaron más de 300 personas. Un organillero, con su carrito enchulado comenzó a avanzar por los pasillos de la sala de conferencias. Su música nos alegraba, indicaba el comienzo. Si bien no todos pudieron entrar a la conferencia porque se llenó la sala, no importó. El patio ya estaba listo, bellamente decorado con guirnaldas de colores, banderines colgantes, lucecitas y artesanos exóticos con caleidoscopios de todos los tamaños, tejidos en crin y grabados chinchineros al instante. Todo resaltaba ante el mural “Obreros” de fondo, en el GAM. Para pasar el hambre, empanadas vegetarianas caseras también se vendían por ahí.
Pero la gente ya quería música y baile. Así que, luego de la presentación del proyecto, y junto al anfitrión de fiesta, el poeta Pavel Aguayo, entre rimas y payas, fueron apareciendo una a una cada familia participante: Familia Aravena Huenchullán; Familia Aravena; Familia Bombo Trío; Familia Casanova; Familia Castillo; Familia Chávez; Familia Cifuentes Oyarzo; Comparsa Juan y Rosa; Familia Lizana; Familia Saavedra Toledo; Familia Sepúlveda; Familia Toledo Peralta; Claudio Cortés y el tío Yeyo; y Juan Loyola Aguilar. Cada una con su arte, mostrando lo suyo, su exprensión y propia forma de vivir este oficio.
Se veían trajes con brillos y volantes, chaquetillas con estilo juguetón, sombreros pintorescos, loros vivos en los hombros, bombos, platillos con cintas multicolores, panderos, un campo de remolinos al viento. Se sentía el amor y dedicación de la puesta en escena callejera. Una mujer de vestido rojo furioso, flores en todo el pelo y pestañas hasta el cielo, coqueteaba bailando y cantando su cueca, mientras el niño heredero del sabor del padre hacía de las suyas con sus bailes pícaros. Giros, piruetas, ritmo, de hombres que habitan la calle, la hacen suya, amando lo popular. Donde los pilles te alegran y regalan un momento especial, sólo a cambio de lo que tú les quieras dar. Después de las presentaciones familiares, sucedió lo que esperábamos con ansias: todas las familias unidas y juntas por primera vez haciendo carnaval. Nunca había visto antes tanto chin chin junto, ni ellos tampoco. El público saltaba, bailaba, jugaba contagiado con la mística propuesta. Chicos, grandes, abuelitos y jóvenes disfrutaban, porque este oficio no tiene edad. Al concluir, sólo se escuchaba al grupo de asistentes coreando “Baila Chinchinero, baila Chinchinero, baila Chinchinero, baila Chinchinero”. Queríamos más y llegó más: los amigos de Banda Conmoción, con bronces y petacas, como broche de oro para una noche de fiesta.
Imágenes Gentileza Alonso Vásquez
Imágenes Gentileza Dalia Chiu
Mira todo sobre Patrimonio Sonoro en: http://www.patrimoniosonoro.cl/
Texto: Carolina Echeverría